viernes, 8 de abril de 2011

Estados Mentales

Me considero una persona bastante racional, creo que tengo una buena inteligencia emocional y gran capacidad para enfrentarme a situaciones que a muchos llevaría a la apatía o la depresión, creo que suelo tomar decisiones maduras y que soy capaz de analizar la psicología de las personas de las que me rodeo, que son de muy diferente índole, porque me gusta conocer y entender diferentes psiques.

No intento tirarme flores, no me considero mejor ni peor que nadie, pero necesito tener una visión de mi forma de pensar y razonar para plantearme lo siguiente: ¿Y si dejara de controlar mi pensamiento y mis emociones? Hay muchas enfermedades mentales que afectan a todo tipo de individuos, ¿Por qué no a mi? Pese a todo lo que he comentado antes, y si llegara un momento en el que no fuera capaz de ser racional, mi inteligencia emocional podría irse a la mierda, y tener manías persecutorias constantemente, vivir con miedo, a lo mejor no podría ponerme en el lugar de otros, no podría decidir por mi mismo porque la visión de la realidad que tendría no sería la que el resto de personas tiene.

A veces da un poco de miedo imaginarte sin ser tú, convertirte en otra persona que no es capaz de recordar las cosas, que tiene explosiones internas, que puede llegar a dañar a otros sin darse cuenta de que está mal, miedo a perder esa humanidad que te hace especial. Siempre he valorado la locura como una característica interesante, pero ¿qué pasa cuando esa locura se convierte en demencia?

Intento pensar en formas de controlar estos estados mentales si alguna vez me viera en esa situación, intento ver el cerebro como un músculo más que hay que ejercitar, pero algo me dice que hay momentos en los que ese ejercicio no sirve.

Esta reflexión me lleva a un punto sin retorno, ya que cuando hablas de la mente y piensas en futuro y basándote en hipótesis es prácticamente imposible, llegar a conclusiones o soluciones concluyentes. Es una forma de expresar ese temor de dejar de ser yo mismo, es un intento de captar ese flash que te pasa por la cabeza mientras estudias un tema relacionado con esto y tu nivel de simpatía te hace ponerte en el lugar del sujeto que estudias.

martes, 21 de diciembre de 2010

Héroes y Villanos


No hace falta tener superpoderes para ser un Héroe, ni tener toda la maldad del mundo dentro de nosotros para ser un Villano. Una sola persona puede ser un Héroe para algunos y un Villano para otros, dependiendo de cómo se cuente la historia, dependiendo del punto de vista de los personajes.

Mi pregunta es ¿Por qué nos empeñamos en dejar que los Villanos formen parte de nuestra vida? Tenemos tendencia a abrirles la puerta y dejarles entrar a tomar café. Vamos a ver, si tu sabes que le caes mal a una persona, y esa persona te guarda mucho rencor por algo, procura alejarte de ella, no entres en el juego de “Vamos a ser amigos y después te ataco por la espalda con mi rayo láser supersónico.”

¿Lo hacemos porque pensamos que la gente puede cambiar o por que somos tremendamente masoquistas y morbosos y necesitamos tener un Villano en nuestra vida para que todo tenga sentido?

La figura del Protagonista-Antagonista, Bueno-Malo, Blanco-Negro… existe desde el origen de los tiempos. Al protagonista siempre tiene que ocurrirle algo malo o difícil de afrontar para que exista una historia. Son esas disputas las que hacen interesante un libro, has que te hacen sentir especial y único, esas pequeñas victorias, que te recuerdan que tú en el fondo eres un Héroe.

Pero ¿Que hay de las derrotas? Cuando leemos o vemos una película, los buenos siempre ganan, pero ¿En la vida real quien gana? Lo cierto es que los malos son los eternos triunfadores, y de hecho, a veces los Héroes ganan pero no pueden evitar sentirse un poco Villanos, por no haber jugado del todo limpio.

Se que lo más cómodo es sentirnos Héroes, por ese egocentrismos que todos tenemos, pero creo que siendo sinceros con nosotros mismos, hemos de reconocer que esa parte de maldad que hay en nosotros a veces sale a la luz, y que no somos perfectos. En ocasiones hacemos cosas de las que no nos sentimos orgullosos, somos un poco Villanos. Pero si realmente queremos considerarnos Héroes, tenemos que aprender de esas maldades e intentar no cometer los mismos errores.

Podemos ser Héroes sin salvar el mundo del ataque de un Villano, podemos salvar el mundo de una persona con el simple hecho de escucharla, o de abrazarla en un momento concreto. Nuestros súper poderes pueden ser las acciones más cotidianas, los gestos más insignificantes, muchas veces, esos gestos, cambian una vida.

Por lo que mi consejo es que dejéis fuera a los villanos y no les abráis la puerta, no hacen falta, nuestra vida no es un cuento de ficción. Es absurdo dedicarle un hueco en nuestra vida a las personas que consideramos mala compañía. Si dejamos entrar al mal, lo combatiremos con maldad, y esa maldad nos convertirá en Villanos.

jueves, 9 de diciembre de 2010

Días Extraños


Días extraños, casi febriles, días en los que el recuerdo de los últimos ratos aún está pegado a tu paladar. Trocitos de vida, que te hacen sentir especial por un momento, pero que te hunden un poco después, mezclas de sentimientos bipolares, que hacen que tu cabeza gire 360 grados partiendo en dos tu conciencia y condenándote a vivir en un día en el que ningún autorreforzamiento funciona. Horas con la mente casi en blanco deseando que el tiempo pase y llegue el futuro, aunque luego no hagas nada. Miedos absurdamente intensificados por palabras sin fundamento. Construcciones mentales imposibles que a penas se mantienen en pié. Días en los que lo mejor es no salir de la cama.

sábado, 20 de noviembre de 2010

Días de Mierda



Sentado en tu cuarto con la persiana levantada y a penas entra luz, son las una de la tarde y afuera está lloviendo. No es resaca lo que taladra tu cabeza, es un malestar general extraño, que te afecta más por dentro de lo que muestras por fuera.


No es añoranza ni dolor por lo perdido, el pasado queda atrás, y aunque dice mucho de quien eres hoy, no necesitas que vuelva. Es más una frustración, un ahogo interno que te da la sensación de estar estancado, preso en una ciudad que cada vez te atrapa más, una ciudad que odias, que solo es especial por la gente que habita en ella, pero que día a día te va matando el espíritu un poco más.


Llegas a odiar y amar lo que haces en intervalos de tiempo muy seguidos e intermitentes, matarías por haber dado un giro diferente a tu vida, maldiciendo todo lo que te ata aquí. Te sientes realizado con pequeñas cosas que nunca llegarán a darte de comer, pero que realmente te apasionan. Y dices… ¿Qué coño estoy haciendo con mi vida?


Sabes que aunque de vez en cuando vengan estos días de mierda, vuelven esos intervalos felices en los que te sientes mejor, pero no puedes evitar pensar ¿Me habré equivocado?

Sigues adelante, no tienes otra opción, y decides salir a la calle lloviendo, y ser positivo, saltar en algún charco, sin preocuparte de lo empapado que llegarás a casa, si no te refugias en esa locura, al final acabas perdiendo la cabeza, necesitas esa ausencia de lucidez, esos instintos extraños para seguir siendo tú, para que las ganas de avanzar no te abandonen.


Si tuviésemos todo lo que queremos aquí y ahora, posiblemente dejaríamos de buscar y nuestra existencia se volvería rutinaria y vacía. Al fin y al cabo la vida es una constante búsqueda de algo, y esa búsqueda es lo que nos va dando trocitos de felicidad, no lo que ansiamos encontrar.

martes, 9 de noviembre de 2010

Tejados



¿Te acuerdas de cuando saltábamos por los tejados? La casa era vieja, daba igual romper algunas tejas, porque ya nadie vivía allí. Éramos inocentes y escandalizables, soñadores, pequeños. El tiempo se detenía entre hojas de parra y pajaritas de papel, bajo techos con humedad que servían de cielo nublado a nuestras ciudades de playmobil.

Eran otros tiempos, la preocupación de no saber qué hacer con nuestras vidas no existía, tampoco la necesidad de trabajar o de ser independientes, solo nos apetecía divertirnos, grabar programas de radio que nadie más escuchaba, colarnos en las fiestas de los mayores, ver los carnavales por la tele a las tantas, las noches bajo estrellas fugaces, sentirnos únicos y especiales por poder compartir todos esos momentos.

Luego el tiempo pasó y se sumaron los años a nuestros pasos, las cabezas fueron cambiando, las distancias fueron jugando con los dos y el silencio entre nosotros solo se veía interrumpido por unos encuentros aleatorios, en los que parecía que el tiempo no había pasado. Siempre seguimos estando ahí, a pesar de no ser los mismos sigue existiendo esa esencia de esos dos niños, que no necesitaban hablar para saber lo que el otro sentía. De esos que no quieren crecer y a los que les encanta escaparse aunque solo sea por un momento a aquellos días en los que anochecía sentados en los tejados.

lunes, 25 de octubre de 2010

Ruinas y Cimientos

Escondido detrás de una guitarra, o metido debajo de una canción mientas cuentas: un dos tres, cinco seis siete, te concentras en eso, no hay nada más, el mundo en ruinas que dejaste fuera, se va recomponiendo, el solo, no hace falta que hagas nada, pero levantar una nueva edificación de las ruinas no es nada fácil, aunque te empeñes en mostrarle a tus amigos las hermosas vistas que han quedado después el derribo.

Cuando vuelves a casa después de contar o después de pulsar muchas cuerdas seguidas, te sientas en medio de esas ruinas intentando no recordar como era antes el sitio donde ahora esperas. Te esfuerzas por ver un hueco perfecto donde antes estaban los cimientos de una vida diferente, pero tienes que pensar que ese hueco nuevo es perfecto para sobrevivir, y convencer a los demás de que es tan perfecto como tu intentas verlo.

Piensas en aprovechar ese hueco para hacer una piscina, si no hay casa al menos hay algo y decides llenarlo con las lluvias que llegan y las aguas saladas de tus ojos. No lo puedes evitar. Lo malo de una piscina es que como sitio para vivir deja mucho que desear. Y te acabas cansando de ella, fue bonita mientras duró. Descubres que si echas cemento en el agua poco a poco se va solidificando, y que sin darte cuenta hay unos cimientos nuevos donde pisar, un suelo nuevo donde construir un sitio sólido donde vivir.

Tal vez hizo falta esa piscina para llegar a este suelo, lo importante es ver las situaciones con perspectiva. Nadie sabe que aspecto tendrá esa casa en ruinas después de la reforma, y mucho menos después de la demolición, pero no podemos hundirnos en el hueco que esa casa ha dejado, debemos ser los arquitectos de la nueva construcción y pensar qué uso le damos a ese hueco, qué tipo de edificio va a hacernos más felices. No debemos depender de nadie, es trabajo nuestro, aunque si te buscas unos buenos albañiles el trabajo se hace más llevadero. Esos albañiles de contrato indefinido que saben que este lugar es importante para ti y que te ayudan a levantarlo día y noche, y los de contrato eventual, que te ayudan sin saberlo y luego desaparecen.

Sea como sea, la obra avanza, que es lo importante y antes de lo que piensas, ya estás decidiendo qué sofá poner en el salón, o de que color serán los azulejos del baño, y te ves preparando esa primera de muchas cenas, que les regalarás a esos albañiles para agradecerles su duro trabajo y su esfuerzo. La casa perfecta no existe, lo importante, lo que la hace especial es la gente que hay dentro.

viernes, 8 de octubre de 2010

Movimientos Inertes


Acabo de recordar que tenía este blog después de años sin usarlo, siento que ha llovido mucho desde las ultimas palabras que lancé a través de mi viejo teclado.

Sabes que tienes mucho que decir, pero no llegas a poder sacar de dentro todo lo que te pasa por la cabeza. Llegan las lluvias, el frío, los ratos en casa, una etapa diferente y ahora mismo no muy deseable, pero son tiempos que nos toca vivir, no podemos hacer que todo se esfume con un chasquido de dedos.

Creo que dejé de creer en la magia, pasa cuando te haces adulto y eres consciente de que campanilla no vendrá más a sacarte volando por la ventana hacia Nunca Jamás. Esa idea me da pena, extraño la inocencia, la sencillez, el vivir sin tener un plan establecido. Siento que en teoría avanzo pero no me muevo, mis pies no llegan a tocar el suelo, los pasos no me llevan a un futuro ni se vuelven al pasado, simplemente flotan sobre el presente intentando no tocarlo, intentando no sentir el frío de las losas que veo desde aquí arriba.

No se si bajaré o seguiré volando, aunque se que pronto tomaré esa decisión, por ahora prefiero seguir en este estado inerte. Necesito la calma que este estado me da, necesito saber lo que deseo hacer, quiero buscar un rumbo para que mis pies miedosos puedan ponerse en camino, si no sería andar por andar, y estoy cansado de andar sin rumbo.

El camino somos nosotros mismos, es inútil buscar y establecer un camino definitivo, ya que cuanto más planeas el camino, menos es tu camino.